22-11-2025
Fuente: De Ahora
Por: Julio Disla, miembro del CDP
EDITORIAL
Por Julio Disla
Ochenta años han pasado desde que, en noviembre de 1945, se abriera en Núremberg el proceso judicial más emblemático del siglo XX. Aquel juicio, llevado a cabo por Estados Unidos, la Unión Soviética, el Reino Unido y Francia, constituyó la primera vez que líderes políticos, militares y económicos de un Estado fueron sometidos a un tribunal internacional por crímenes de lesa humanidad, actos de agresión y genocidio.
Sin embargo, ocho décadas después, el equilibrio moral de aquel acontecimiento histórico se ha erosionado: algunos de los jueces se han convertido en transgresores de los mismos principios que proclamaron, mientras que varios condenados, ideólogos o colaboradores del nazismo, han sido parcial o totalmente rehabilitados, integrados o reivindicados en estructuras estatales, corporativas o políticas de la posguerra.
Los aliados que desertaron del espíritu de Núremberg
Los Cuatro Grandes que lideraron el tribunal proclamaron principios que parecían inaugurar una nueva época histórica : la inadmisibilidad de la agresión unilateral, la responsabilidad individual de los gobernantes, la prohibición absoluta del exterminio y del racismo institucionalizado. No obstante, con el correr de las décadas, varios de esos mismos Estados se distanciaron del ideal fundacional.
Estados Unidos
El país que más protagonismo tuvo en Núremberg fue también, paradójicamente, el primero en contradecir sus principios:
- La Guerra de Vietnam, con el uso sistemático de napalm y agente naranja, desmontó el discurso de justicia universal.
- La invasión a Irak (2003), realizada sin mandato internacional y justificada con pruebas falsas, quebró el principio de no agresión.
- Los centros de tortura y detención ilegal, como Guantánamo o Abu Ghraib, violaron abiertamente el estándar ético que Washington defendió en 1945.
Reino Unido
En su proceso de descolonización, Londres cometió crímenes que hoy serían juzgados bajo los criterios del tribunal:
- Torturas en Kenia (1952–1960) durante la rebelión Mau.
- Represión sangrienta en Chipre, Malasia y otras colonias.
- Su apoyo posterior a intervenciones militares cuestionadas (Irak, Libia, operaciones encubiertas) lo alejaron de la doctrina de responsabilidad internacional.
Francia
La potencia europea que sentó a los nazis en el banquillo incurrió después en:
- Crímenes masivos en Argelia, incluyendo desapariciones, torturas y ejecuciones extrajudiciales.
- Represión colonial en Indochina.
- Participación en acciones militares en África que violaron el principio de soberanía nacional.
Rusia (antes Unión Soviética)
En 1945 la URSS llegó como vencedora moral y militar del nazismo. Pero con el tiempo:
- La intervención en Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968) contravino el principio de autodeterminación.
- En la actualidad, la Federación Rusa enfrenta acusaciones internacionales por la invasión a Ucrania, lo cual ha erosionado su legado de 1945.
Resultado histórico:
Los mismos Estados que juzgaron a los líderes nazis han sido señalados —con distintos grados y contextos— como violadores de los principios de Núremberg, convirtiéndose, en cierto sentido, en desertores del espíritu jurídico que ellos mismos crearon.
Los condenados y colaboracionistas que fueron rehabilitados
Aunque varios jerarcas nazis recibieron sentencias de muerte, otros fueron condenados a prisión y liberados en pocos años, integrándose nuevamente a la vida política y económica de Alemania Occidental o Europa.
- Albert Speer (Condenado a 20 años) – Rehabilitación cultural y mediática
El “arquitecto del Reich” purgó su condena en Spandau, pero tras salir en 1966 fue recibido como intelectual respetable.
Publicó libros, ofreció entrevistas y construyó una imagen pública de “tecnócrata arrepentido”, pese a su profunda responsabilidad en el trabajo esclavo y la economía de guerra nazi.
- Hjalmar Schacht (Absuelto en Núremberg) – Reintegrado al sistema financiero
El expresidente del Reichsbank y ministro de Economía de Hitler fue absuelto en 1946. Posteriormente:
- Fundó un banco en la Alemania Federal.
- Actuó como consultor financiero internacional.
Schacht se convirtió en símbolo de cómo el sistema financiero alemán rehabilitó a figuras clave de la maquinaria económica del nazismo.
- Alfried Krupp (Condenado y liberado en 1951) – El regreso del imperio empresarial
Condenado a 12 años por explotación esclava, fue liberado anticipadamente gracias a la presión estadounidense en el contexto de la Guerra Fría.
Recuperó su imperio industrial, siendo uno de los casos más emblemáticos de rehabilitación corporativa del nazismo.
- Los servicios secretos occidentales y la incorporación de antiguos nazis
Durante la Guerra Fría, Estados Unidos reclutó a numerosos exnazis:
- Operación Paperclip: científicos como Wernher von Braun fueron integrados a la NASA.
- Exoficiales de la Gestapo y el SD fueron usados por la CIA y el BND (servicio secreto alemán) como espías contra la URSS.
- En varios países, ideólogos anticomunistas vinculados al nazismo fueron protegidos o reinsertados en estructuras institucionales.
- Rehabilitaciones políticas y la extrema derecha actual
En las últimas décadas, movimientos neofascistas en Europa, Estados Unidos y América Latina han rescatado la memoria de algunos condenados o ideólogos nazis:
- Reivindicación de discursos racistas “camuflados” como teoría del reemplazo.
- Negacionismo del Holocausto.
- Celebración de figuras como Carl Schmitt, jurista nazi cuya obra ha sido reinterpretada en sectores conservadores y de ultraderecha.
A ochenta años: ¿cuál es la herencia real de Núremberg?
Núremberg inauguró una arquitectura jurídica internacional:
- El concepto de crímenes contra la humanidad.
- La responsabilidad penal individual.
- La idea de que ningún gobernante está por encima de la ley.
- El precedente para futuros tribunales: Yugoslavia, Ruanda, Sierra Leona, Corte Penal Internacional.
Pero esa herencia es frágil.
La impunidad de las potencias, la manipulación política del derecho internacional, y la rehabilitación silenciosa de colaboradores del nazismo demuestran que Núremberg fue un punto de partida, no un triunfo definitivo.
Ochenta años después, las preguntas siguen vivas:
¿Puede existir justicia internacional sin igualdad entre las naciones?
¿Es posible sostener un sistema jurídico global cuando quienes juzgan también violan sus propias normas?
¿Puede el mundo honrar a las víctimas si se permite la rehabilitación de los verdugos?
Recordar Núremberg es recordar que la historia no está asegurada:
la barbarie puede regresar y, en ciertos espacios, ya ha regresado, camuflada en nuevos nacionalismos, discursos de odio, supremacismos tecnológicos y militarismos sin freno.
El verdadero homenaje a Núremberg, ochenta años después, no es la nostalgia judicial del pasado, sino la lucha activa por impedir que el fascismo —bajo cualquiera de sus formas— vuelva a ocupar el lugar del poder.
