EDITORIAL DE IMPACTO MAEÑO
10-12-2025
El Comité Olímpico Dominicano: precursor de la crisis, del silencio cómplice y de las responsabilidades evadidas en el deporte de tiro olímpico
Por: Arq. Agrim. Federico Franco, MAE
809-697-7363
Expresidente de la Unión Deportiva de Valverde
Presidente de la Asociación de Tiro de Valverde
El Comité Olímpico Dominicano: precursor de la crisis, del silencio cómplice y de las responsabilidades evadidas en el deporte de tiro olímpico
La gran mentira de que estamos “viento en popa” para celebrar los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2026 es, quizás, el acto de ficción institucional más descarado de los últimos años. Mientras se vende un país eficiente y comprometido, la realidad es que el cuerpo que debía garantizar el desarrollo deportivo —el Comité Olímpico Dominicano— decidió mantenerse en reposo mientras la crisis avanzaba en movimiento acelerado hacia el desastre.
Existe un principio simple en la vida: todo sistema funciona dentro de sus propias reglas. Pero el Comité Olímpico Dominicano ha decidido operar dentro de las suyas propias, lejos de toda lógica, sentido común y responsabilidad. Por esa indiferencia calculada, hoy tenemos un deporte huérfano: el tiro olímpico. Una disciplina que debería representar al país en 2026, pero que el propio organismo rector ha condenado al abandono.
La suspensión: correcta, sí… pero ejecutada con una torpeza monumental
La suspensión de la directiva de la Federación de Tiro Olímpico por 20 años fue correcta. Lo que no fue correcto —ni aceptable, ni racional— fue la forma en que nuestros “brillantes” administradores la manejaron.
Como siempre:
– Cero responsabilidades.
– Cero soluciónes.
– Cien por ciento descaro.
Porque al suspender la directiva olvidaron algo básico: las asociaciones.
Sí, esas pequeñas estructuras que sostienen el deporte desde abajo, que forman atletas, que construyen federaciones y que, en conjunto, dan vida al Comité Olímpico.
La ecuación es elemental:
Clubes y atletas → Asociaciones → Federaciones → Comité Olímpico.
Pero en el acto de prestidigitación administrativa más vergonzoso de la década, dejaron fuera a las asociaciones, lanzándolas -junto con los atletas- a un limbo jurídico absoluto. Un deporte entero quedó sin representación, sin decisiones, sin derechos… sin futuro.
Macondo queda pequeño.
Mientras tanto, en un episodio digno de García Márquez, tenemos un polígono de tiro en el Parque del Este con calidad panamericana… pero inutilizado porque el presidente suspendido se niega a entregarlo.
¿Y qué hace el Estado?
Para complacer ese capricho, construye otro polígono en un terreno militar, olvidando que los Juegos Centroamericanos y del Caribe son juegos civiles, no castrenses.
Con esa obra innecesaria, costosa y mal justificada, acaban de enterrar una disciplina deportiva.
La gran mentira final: una competencia sin atletas
¿El resultado de todo este festival de improvisación?
Una competencia de tiro olímpico que se celebrará sin atletas.
Un fraude histórico.
Una estafa institucional.
Una simulación deportiva financiada con fondos públicos.
Y lo más grave: los recursos existían.
El Ministerio de Deportes entregó dinero desde junio del año pasado para entrenar a los atletas.
¿Y qué hizo el Comité Olímpico?
Nada.
No entrenó a nadie.
No activó asociaciones.
No resolvió el limbo.
No defendió a los atletas.
Y, para completar la obra maestra de irresponsabilidad, devolvió el dinero al Ministerio porque la directiva suspendida los intimó.
Es decir:
la lucha nunca fue por los atletas. Fue por el dinero.
Los recursos estaban.
El deber estaba claro.
La misión era simple.
Pero prefirieron entregarlo todo, como si nada estuviera mal.
La prensa: sorda, muda y cómodamente ausente
Mientras todo esto se derrumba, la prensa ha decidido hacerse sorda. Cuando los hechos les chocan en la cara. Un silencio que no observa: encubre.
Y al encubrir, se convierte en parte activa -aunque pasiva en apariencia- del deterioro institucional que dice condenar cuando le conviene.
Un deporte abandonado, un país engañado
Hoy los verdaderos atletas, incluso aquellos afiliados a instituciones de tiro, no tienen utilería para entrenar.
No tienen federación funcional.
No tienen Comité Olímpico que los represente.
No tienen país que los defienda.
Solo tienen discursos vacíos, obras innecesarias y una crisis producida desde arriba.
Ante este panorama, la herramienta jurídica más apropiada, necesaria y urgente es la interposición de un recurso de amparo. Este mecanismo permitiría:
1. Restituir la operatividad de las asociaciones deportivas, hoy paralizadas por la falta de reconocimiento institucional.
2. Garantizar los derechos deportivos de los atletas, hoy vulnerados por la ausencia de representación válida.
3. Ordenar el acceso inmediato y formal al polígono de tiro panamericano, actualmente retenido de manera improcedente.
4. Restablecer una gobernanza transitoria de la Federación y desde ahí hacer nuevas elecciones, permitiendo la inscripción, preparación y participación de los atletas rumbo a los Juegos 2026.
5. Evitar la exclusión internacional del país, una consecuencia real y próxima si no se corrige el vacío normativo actual.
Conclusión
La crisis del tiro olímpico no es un accidente:
es una construcción deliberada, producto de la indiferencia, la negligencia y la evasión de responsabilidades del Comité Olímpico Dominicano. Tienen asociaciones operativas. Con la gravedad que el comité olímpico no quiere reconocerlas, establecer nueva elecciones de la Federación de Tiro Olimpico.
Y la historia reconocerá este episodio no como una simple falla administrativa, sino como una traición institucional al deporte dominicano.
